Dolores Veintimilla
Dolores Veintimilla fue una poetisa quiteña, la cual nacio el 12 de Julio de 1829 y muere en Cuenca el 23 de mayo de 1857, hija de don José Veintimilla y de doña Jerónima Carrión.
A los 18 años de edad contrajo matrimonio con el Dr. Sixto Antonio Galindo y Oroña, médico, natural de Nueva Granada.Por motivos laborales de su esposo se traslada a vivir en la cuidad de Cuenca donde permanece el resto de su vida, aunque posteriormente este matrimonio fracasaría provocando le una tristeza muy grande y posteriormente el suicidio
Esta poeta y escritora ecuatoriana es heredera del romanticismo europeo creando así poemas y obras en prosa en las cuales reflejaba elementos que asocian a la mujer con el papel de víctima: tristeza, anhelo del pasado, un amor frustrado, pesimismo y sus poemas estaban en contra de la pena de muerte y a favor de los pueblos indígenas
Entre la prosa sobresalen “Fantasía” y “Recuerdos”. Son obras en las que dialoga con el pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.
Fantasía
Te amo, porque eres triste como el suspiro de la brisa en las sabanas de la costa: sí, mi dulce fantasía; cuando te contemplo soy feliz, y mi alma siente ese dulce y melancólico placer que experimenta el viajero que ha atravesado un árido camino y después de muchos días encuentra un lirio sobre el cual fija sus ávidas miradas. Te amo como ama el poeta la musa que lo inspira, como el ermitaño la contemplación que lo arrebata hasta los cielos.
Mira: ¿no has oído por la noche el suspiro del viento en el seno de las montañas, y el murmullo de la fuente al caer el sol en las desiertas colinas? Pues más tristes son las horas que paso lejos de tí.
¡Si tu me amaras cual yo te amo, si tú sintieras en tu pecho una chispa del volcán que hay en el mío!!!
En las noches, cuando, fatigada por el insomnio, me pongo a meditar en el cielo y en el infierno, no encuentro para atormentar mi alma en éste, otro suplicio que tu desdén, ni para hacerla dichosa en aquel, otra gloria de tu amor.
Dime: ¿no has visto en la mañanas de invierno caer de los árboles, al choque de los vientos, las gotas de agua, que la lluvia de la noche ha hacinado en el seno de las hojas? Pues más abundantes son las lágrimas que derramo cuando te busco a mi lado y no te encuentro.
Mi dulce fantasía, ¿dónde estás? Mi alma agitada por el entusiasmo que la inflama te busca por do y no te encuentra. Ah! delirio pensando en ti: mis ojos extraviados recorren el firmamento y creen encontrarte en una de sus brillantes estrellas. Entonces, absorta de felicidad, vuelvo en alas de mi ilusión hasta ti, y allá en los cielos donde la felicidad y las miserias de la tierra no existen, soy feliz como los ángeles delante del trono de Dios, pasándome anonadada delante de ti y deslumbrada con tu brillo.
Dónde estás mi dulce fantasía!! ¿Existes, eres una realidad o un sueño de mi mente? Por la mañana, cuando la tierra no es aún dorada por la aurora, creo escuchar tu voz en los acordes gemidos que modula el órganos del templo, en los lúgubres acentos que en esas horas despide la campana, que invita a los fieles a invocar a la Virgen. Entonces, trémula de emociones, mi alma se aniquila y quiere responderte, pero el alma que sufre carece de lenguaje.
En los versos es donde logra pasmar todos sus dolores y sentimientos, entre ellos se encuentran:
Aspiración”, “Desencanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis enemigos”, “A un Reloj” y “A mi madre”.
Sufrimiento
Pasaste, edad hermosa,
en que rizo el ambiente
las hebras del cabello por mi frente
que hoy anubla la pena congojosa.
Pasaste, edad de rosa
de los felices años,
y contigo mis gratas ilusiones ...
Quedan en su lugar los desengaños
que brotó el Huracán de las pasiones.
Entonces ¡ay! entonces, madre mía,
tus labios enjugaban
lágrimas infantiles que surcaban
mis purpúreas mejillas... y en el día
¡ay de mí! no estás cerca para verlas ...
¡son del dolor alquitaradas perlas!
¡Madre! ¡Madre! no sepas la amargura
que aqueja el corazón de tu Dolores,
saber mi desventura
fuera aumentar tan sólo los rigores
con que en ti la desgracia audaz se encona.
¡En mi nombre mi sino me pusiste!
¡sino, madre, bien triste!
Mi corona nupcial, está en corona
de espinas ya cambiada ...
Es tu dolores ¡ay! ¡tan desdichada!
Fuentes de información:
http://lisetteizurieta.blogspot.com/
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